Una vivienda antigua (muy ochentera), un espacio residual infrautilizado con destino supuesto de cochera y una valla existente, baja y permeable visualmente son los elementos previos a la intervención.
El encargo: abrir el espacio frontal de la parcela al patio trasero realmente utilizado pero salvaguardando la intimidad de la familia. El deseo de que no sea percibido como un muro opaco (aunque lo sea) y mantenga en lo posible los materiales existentes.
La propuesta: Un muro que se resuelve con dos materiales: la misma piedra que forma el zócalo y esquineros de la vivienda preexistente se utiliza en el muro, en la parte opaca, pero con un formato diferente, en lajas horizontales que acentúan el efecto lineal pretendido del muro y evitando su percepción vertical excesiva. El otro material, el vidrio sin perfilería perimetral como elemento “des-materializante”, liviano y fino pero translucido. La franja superior de vidrio se embute en el muro de piedra resuelto en este tramo mediante una viga y pilar metálicos, percibiéndose desde el exterior un falso efecto de apoyo del elemento pesado sobre el ligero. Esta zona es precisamente la que se pretende salvaguardar de las miradas indiscretas y donde se demuele una puerta existente para abrir este espacio al patio familiar trasero. La iluminación rasante del vidrio contribuye a destacar lo liviano sobre lo pesado.
Una marquesina de hormigón sobre una puerta cuyos bastidores se ocultan tras el vidrio de manera que queda enrasada en su totalidad al plano de vidrio construido marcan el punto de acceso.
El resto…esperemos que la casa.